sábado, 2 de marzo de 2019

MEDIOS Y RECURSOS DIDÁCTICOS

EDUCACIÓN A DISTANCIA: UNA ALTERNATIVA A LA EDUCACIÓN  PRESENCIAL











La EDUCACIÓN A DISTANCIA  se ha definido como alternativa y en contraposición a la educación presencial, el alumno de ve liberado de las condiciones de tiempo y espacio.




Los cambios producidos en la transmisión de información y el nacimiento de la Telemática se definen como: Métodos, Técnicas y Herramientas de la informática.
















El CCITT clasifica los servicios ofrecidos por una RDSI :
Servicios portadores: los que proporcionan la posibilidad de transmisión de las señales de la red.
Teleservicios: Son los servicios de valor añadido: correo electrónico y fax.
Servicios suplementarios: Son los que amplian las funciones de la red.






viernes, 18 de mayo de 2018

domingo, 17 de mayo de 2015

Extrañar a alguien

Es como sentir constantemente que falta algo que, al mismo, tiempo ya no pertenece a este lugar.
Extrañar a alguien no es pensar en ellos todos los días ni en cada segundo que tienes libre. Es algo más sutil, más callado, menos explosivo de lo que la gente cree. Extrañar a alguien significa caminar y algunas veces no darte cuenta que en tus pasos llevas el peso de la pérdida. Extrañar a alguien significa creer que estás bien cuando no lo estás y muchas veces sentir un pánico asfixiante cuando te das cuenta que ya no te acuerdas de cómo sonaba su voz ni tampoco la cara que ponían cuando comían su comida favorita.
Extrañar a alguien es un poco como tener amnesia, como haber pasado por un cirugía que supuestamente debía reconstruir y mejorar una parte importante de ti pero no recordarlo. Es como sentir constantemente que falta algo que, al mismo tiempo, ya no pertenece a este lugar. Extrañar a alguien significa que habrá días en los que no podrás levantarte, ni vestirte, ni funcionar como un ser humano decente. Significa que habrá ciertas cosas que te recordarán de forma tan poderosa a un ser humano que prácticamente no existe que no podrás contener la urgencia de querer salir corriendo.
Extrañar a alguien es un testamento, es una marca de que alguna vez hubo algo más que sólo un espacio vacío, sillas que sobran y días llenos de angustia. A través de la pérdida construimos vidas paralelas y vivimos con identidades secretas. Alguna vez fuiste otra persona y en el fondo de tu corazón sigues viviendo en ese mundo imaginario (que sólo visitas en sueños) donde todo está bien.
Extrañar a alguien es darte cuenta que han pasado los años y que sigues aquí y que has cambiado. Es pensar que esa persona nunca podrá conocer la versión editada y mejorada de ti misma. Es saber que incluso si volvieran a tu vida ya nada sería como antes.
Una vez leí que le toma 7 años al cuerpo humano renovar sus células completamente, de la cabeza a los pies. En 7 años te conviertes en otra persona, en un ser completamente nuevo, en alguien que camina con otros pasos y que mira la vida desde otros ojos. Extrañarte significó desear todos los días, durante 7 años, que volvieses a mí. Hoy ya es demasiado tarde y puede que pasen muchas vidas antes de que volvamos a mirarnos a los ojos.
Si alguna vez lees esto, sé que lograrás reconocerte entre mis letras. Nunca hubo nadie más a quien quisiera y admirara como tú y espero que, donde sea que te encuentres, lo comprendas. Espero que tomes estas palabras y las guardes en el bolsillo de tu camisa, el que estaba sobre tu corazón, ese donde guardabas sólo las cosas importantes y el mismo que vaciaste completamente antes de salir de mi vida.
Si aún me recuerdas, quiero que sepas que en esencia sigo siendo la misma chica que se escondía tras sus libros y sus letras. Muchas veces he pretendido olvidarte pero no lo he hecho y tu figura ha seguido apareciendo en mis ficciones. Mi mesa sigue teniendo una silla extra en caso de que tus cansados pies decidan visitarme una última vez.
Así es como se siente extrañar a alguien.

domingo, 1 de marzo de 2015

Vuelve

Echo de menos abrazarte por la espalda.
Te echo de menos.
Pensé que debías saberlo. Pensé que debías saber que echo de menos tus manías, por ejemplo esa que tenías de cerrar el armario cada vez que nos íbamos a dormir. Pensabas que de ahí dentro podía salir cualquier bestia inimaginable, arrancarnos las sábanas y comernos con patatas fritas. De ahí nunca salió ningún monstruo, pero tú te tapabas hasta arriba y yo te miraba soñador, porque me encantaba sentirte a mi lado.
Echo de menos que te pusieras mis jerseys aunque te vinieran tres tallas grandes, y que luego te tiraras junto a mí en el sofá y me dieras calor, poner una película de fondo y que ésta nos diera igual, porque entonces empezábamos a besarnos y reírnos con nuestros juegos. Acabábamos los dos, uno sobre el otro, escuchando el respirar del otro, hablando en voz baja, como si alguien nos pudiese escuchar. Lo hacíamos así porque, a susurros, las notas son más sinceras y el eco aún más cierto, lo hacíamos así porque nos entendíamos casi con mirarnos.

O que te pusieras a cantar, también lo echo de menos. Que pusieses una canción en el equipo de música, cogieses el mando de la tele a modo de micrófono, y acompañases la canción con la peor de tus voces y el más arrítmico de los bailes. Luego, cuando de verdad te ponías sería, o nostálgica, te oía cantar a susurros, con timidez, y deseaba con todas mis fuerzas escucharte alto o, por lo menos, que me susurrases al oído.
Pensé que debías saberlo.
Que echo de menos verte sonreír.
Que echo de menos abrazarte por la espalda.

Que echo de menos decirte todo cuanto sueño.
Rozarte.
Besarte.
Follarte.
Y ya no sé si quieres, o puedes.
Si te sigo haciendo falta, como era antes.

O si ya no soy nada.
Porque estás ausente y te noto tan lejos que apenas alcanzo a verte, aún estando a dos centímetros de mí, aún notando tu respirar, aún queriéndote igual que lo he hecho siempre. Porque con el paso del tiempo fuiste dejando de ser tú para convertirte en otra persona. Y no te reconozco, y ya no eres tú, y ya ni siquiera soy yo.
Te echo de menos.
Pensé que debías saberlo.
Vuelve.

lunes, 23 de junio de 2014

DE LLUVIAS Y LLANTOS.

Domingo. Junio 22 2014

Se siente vacío.

Llueve.

Vacío.


Todo aquí es sobre sentir. Tengo unas inmensas ganas de llorar. Llorar mucho y muy fuerte, gritar, maldecir, llorar con hipo, preguntar los "Por qué" de muchas cosas para entonces volver a llorar, ésta vez quedito, llorar para mi.

Ojalá pudiera volver en el tiempo, a esos días en los que la lluvia era la cosa más emocionante de mi (pequeño) mundo, en aquellos años llover significaba salir a brincar en los charcos, augurio de ranas en el patio,  y veleros blancos hechos de papel y dobleces que zarpaban buscando horizontes más allá del Hit Sun Dracones.

Y volver a llorar. 


Presagio de la hecatombe emocional.

martes, 11 de febrero de 2014

ENCIENDE EL INTERRUPTOR, DEJA LA LUZ APAGADA


Temporales que me estrujan por dentro algo más que las entrañas
yo que te imaginaba conmigo
y tu le sonríes a alguien más
y toda flor marchita, es entonces invierno en primavera,
una botella del mejor vino vacía.

Yo misma me burlo de lo que aquí escribo,
pero te extraño, reconozco con certeza que
ya nada es lo que era, y entonces me extraño hasta yo misma.
Extraño aquello que pudo haber sido,
imagino la vida de alguna otra manera, y entonces
soy pintora, alumna de Dalí, de la mano de Kahlo.

Y te odio entonces, no se bien por que, y no me asusta
porque desde hace un buen tiempo no conozco el
por que de casi nada, vivo a tientas, como quien no encuentra
el interruptor y maldice la luz apagada, pasan los años a oscuras
por que dicen que a oscuras se imaginan mejor las cosas
y yo soy buena imaginando cosas.

Como cuando te imagino a tí,  y entonces pienso en mí.
O como cuando le imagino a ella y te imagino a ti.
Cuando me imagino yo, entonces no hay nadie allí.

Y te bendigo, no se bien porque diablos, pero lo hago,
sueño tu regreso y de paso tus manos sobre las mías,
volverás— me repito incesantemente,  al paso de los días— lo sé.
Volverás, te reconoceré desde lejos, como al atardecer,
sabre de ti desde la distancia.
Te oiré, como a las gaviotas que anuncian al último pesquero, que regresa.
cargado de soles de otros puertos, de los que soltaste amarras.

Allí estaré para recibirte,
seré la chica con la sonrisa mas ancha,
aquella que busca un rostro entre las multitudes.

Y cuando nada pase, tu encenderás el interruptor, mi amor,
y yo dejaré la luz apagada.


sábado, 9 de noviembre de 2013

AL ORIENTE ESTÁN LOS DIOSES

Carreteras que llevan a la vida.

Me recibe un valiente guerrero arrodillado
que vela el sueño eterno de su amada, aún después
de tantas lunas el Popocatépetl, antorcha ardiendo, corazón herido, 
ruge desde sus entrañas, cimbra los suelos 
el cielo de la ciudad sagrada.


Dragones vigilantes iluminan el futuro de paseantes,
que aman y sueñan con colores Talavera
a los que obsequias generosa flores y manzanas.


Bosquejaron mi presente preciso, 
en un lienzo de 40x50
prodigiosos sin murales,  artistas del dibujo.


Puebla, ciudad sagrada,
pirámides que celebran como yo al dios de la vida,
Quetzalcóatl, bendita serpiente emplumada.


Vuelvo buscando la paz de tus templos,
ese ruidoso silencio que agite a las mentes mansas.
Tiras de papel picado, mole y campanas,
por fin estoy en casa.

Camino por tus calles adoquinadas,
artesanías de manos de dioses de carne
en el callejón de los sapos, una vieja Remington.
La Pasita y el Parián me abrazan.


Y renazco, en el Barrio del Artista
halló al amor de mi vida más de una vez por noche.
Benditas manos que plasman 
la verdad cruda y cansada.


Jugando entre fuentes y callejones, el Carolino, el Variedades,
edificios alumbrados por la vida 
que celebra nuestro encuentro, nuestras dudas, tanta espera.
No temas, que los frailes nos resguardan, celosos,
allá en sus pedestales.
Nos observan, como ríes, como amas, como te enfureces.
Envidian el milagro de ser mortales,
el vivir ahora, estar a salvo, sólo éste instante.


Con sabor a tertulia, rodeados de gente cálida, más de una vez
en tus portales, salvamos al mundo de sus desgracias,
desciframos códices, compusimos boleros,
agradecimos a la vida y a los dioses,
por ti, por nosotros,  ésta noche, 
al calor de la bebida por los días vividos,
por aquellos que vendrán.
Noviembre 2013, a  los pies del Citlaltépetl.

Gracias.