sábado, 9 de noviembre de 2013

AL ORIENTE ESTÁN LOS DIOSES

Carreteras que llevan a la vida.

Me recibe un valiente guerrero arrodillado
que vela el sueño eterno de su amada, aún después
de tantas lunas el Popocatépetl, antorcha ardiendo, corazón herido, 
ruge desde sus entrañas, cimbra los suelos 
el cielo de la ciudad sagrada.


Dragones vigilantes iluminan el futuro de paseantes,
que aman y sueñan con colores Talavera
a los que obsequias generosa flores y manzanas.


Bosquejaron mi presente preciso, 
en un lienzo de 40x50
prodigiosos sin murales,  artistas del dibujo.


Puebla, ciudad sagrada,
pirámides que celebran como yo al dios de la vida,
Quetzalcóatl, bendita serpiente emplumada.


Vuelvo buscando la paz de tus templos,
ese ruidoso silencio que agite a las mentes mansas.
Tiras de papel picado, mole y campanas,
por fin estoy en casa.

Camino por tus calles adoquinadas,
artesanías de manos de dioses de carne
en el callejón de los sapos, una vieja Remington.
La Pasita y el Parián me abrazan.


Y renazco, en el Barrio del Artista
halló al amor de mi vida más de una vez por noche.
Benditas manos que plasman 
la verdad cruda y cansada.


Jugando entre fuentes y callejones, el Carolino, el Variedades,
edificios alumbrados por la vida 
que celebra nuestro encuentro, nuestras dudas, tanta espera.
No temas, que los frailes nos resguardan, celosos,
allá en sus pedestales.
Nos observan, como ríes, como amas, como te enfureces.
Envidian el milagro de ser mortales,
el vivir ahora, estar a salvo, sólo éste instante.


Con sabor a tertulia, rodeados de gente cálida, más de una vez
en tus portales, salvamos al mundo de sus desgracias,
desciframos códices, compusimos boleros,
agradecimos a la vida y a los dioses,
por ti, por nosotros,  ésta noche, 
al calor de la bebida por los días vividos,
por aquellos que vendrán.
Noviembre 2013, a  los pies del Citlaltépetl.

Gracias. 

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